La floración es un momento clave entre las etapas por las que pasa un olivo en su ciclo anual. En un corto periodo de tiempo conviven varios estados fenológicos fácilmente observables, que van desde la maduración final del botón floral hasta su apertura.
Estado fenológico D2: La corola cambia de color. El botón floral sigue aumentando de tamaño y la corola pasa del verde al blanco amarillento.
Estado fenológico E: Se aprecian los estambres. Continúa hinchándose el botón floral, la corola empieza a abrirse, pudiendo verse los estambres en el fondo.
Estado fenológico F1: Inicio de la floración. La flor totalmente abierta y expuesta.
Este momento constituye para el olivo un gran gasto de energía, pues ofrece una importante muestra de flores con la finalidad de ser fecundadas y que se puedan convertir en frutos.
Las flores del olivo son pequeñas y agrupadas en racimos sobre un eje central o ramificaciones de ese eje central. Muchas de estas flores no son polinizables y su única función es producir polen para fecundar a otras.
Este inicio de la floración se suele presentar a finales de mayo, aunque dependerá de las condiciones climáticas y de dónde se cultiven los olivos.
En un mismo olivo, el periodo que va desde el inicio de la floración hasta la caída de ésta se da en una semana, aunque como no abren todas las flores a la vez, el proceso suele durar unas tres semanas.
Empieza así a dispersarse el polen por la atmósfera, el cual será transportado por el aire y pequeños insectos hasta polinizar otras flores y otros olivos, asegurando así la producción y la diversidad genética.
Este complejo proceso natural dota a nuestros campos de unos blancos ramilletes de flores, espectáculo de la naturaleza y que son el principio del trabajo del olivo para producir el oro líquido de nuestra tierra, el Aceite de Oliva Virgen Extra.